Alcachofa de Benicarló

Historia y antigüedad del cultivo de la alcachofa en la población de Benicarló.
Imagen y texto: www.alcachofabenicarlo.com
Corazón de alcachofas con chocolate
Benicarló es una antigua población que tiene sus orígenes (refrendados arqueológicamente) en la época pre-ibérica e ibérica plena, con abundantes e importantes testimonios materiales procedentes de los yacimientos ibéricos de La Tossay de El Puig de la Nau, ambos situados dentro del término municipal de esta ciudad. Transcurrido el largo período de la romanización y también el de la oscura etapa visigótica, se asentaron aquí los árabes con posterioridad al año 711 de nuestra era, prolongándose su presencia a lo largo de más de 500 años, notable espacio de tiempo éste, durante el cual se islamizó la vida, costumbres, actividades laborales, prácticas religiosas y en general la cultura de los habitantes de aquella pujante alquería de nombres Benigazlún y Benigazló, de la que Jaubert de Passa dijo: «Benigazló vio trocarse sus sedientos campos en una magnífica y rica huerta, y su suelo estéril se convirtió en vasto jardín».
Sobre este nombre de Benigazlún, que es la más antigua denominación documentada (S. XIII) de Benicarló, es de opinión generalizada entre los historiadores que proviene del árabe Beni-Gazlún, a sea descendientes de los Gazlún, un grupo berebere asentado por estas tierras del norte de Castellón y sur de Teruel, que decidió instalarse asimismo aquí dando origen a la alquería benicarlanda.
Realmente son muchos 500 años de ocupación y de influencia de una cultura sobre un territorio para que no se consoliden en él importantes aspectos de aquélla. Algunos de estos aspectos dejaron aquí profunda huella, hasta el punto que todavía perduran y se pueden encontrar con facilidad en la práctica agrícola de nuestros pueblos, especialmente en cultivos hortícolas y en todo lo relacionado con los métodos y técnicas de extracción, almacenamiento y conducción de aguas para el riego. Nombres como sènia (ár. saniia), caduf (kaduz), aljub (al-gubb), safareig (saharaig), alquería (al-kariia), almàssera (al-ma’sara), etc., y otros relacionados con productos de la huerta como albergínia (al-badingana), bacora (bakora), albercoc (al-barkok), carxofa (xorsofa), safanòria (isfanariia), garrofa (xarroba), safrà (za’faran), síndria (sandia), y un larguísimo etc., tienen todavía plena vigencia lo mismo en su cultivo como en la denominación popular de los mismos entre la gente de nuestros pueblos.
Quiero significar con todo ello que estos cultivos mencionados entre los que figura la alcachofa, y otros más a los que no se hace referencia, ya eran practicados por nuestros antepasados durante la presencia de los árabes en este lugar; de ahí la antigua tradición del hortelano benicarlando en producir, siquiera para el consumo familiar y para el de los animales domésticos, alcachofas, zanahorias, sandías, azafrán, algarrobas, alfalfa, etc
Respecto al origen del cultivo de la planta de la alcachofa en Benicarló, creo que es importante aclarar desde un principio que por no estar lo suficientemente documentado se pierde en la memoria del tiempo; sin embargo sí existe la opinión bastante unánime entre la gente de mayor edad, de que viene de muy antiguo. Manifiestan los ancianos que ya sus padres y abuelos las venían cultivando, pero, añaden, no en la variedad de la alcachofa actual ni con los fines comerciales de ahora, sino como complemento gastronómico familiar. Para ello sembraban una variedad de carxofera de la que se aprovechaban los tallos tiernos (cardets) y las pequeñas alcachofas que producían. El botánico Cabanilles las denomina Scolimus hispanicus y dice que abundaban en su época (finales del siglo XVIII) en los regadíos de toda la tierra valenciana. Los cardets constituían la base de la renombrada «olleta benicarlanda», un antiguo condimento popular que generación tras generación se ha ido transmitiendo hasta nuestros días.
La producción y comercialización de la actual alchofa se inició a finales de la década de los años 40, o sea hace como medio siglo. Sin duda que el agricultor de esta zona, habituado ya al cultivo de carxofes y cardets desde tiempo inmemorial y conociendo bien el rendimiento que de él podía obtenerse en esta tierra, no dudó en cultivarlo a gran escala en cuanto el comercio se extendió y los mercados nacionales se aproximaron mediante el transporte por carretera.

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