Varomeando por el mundo: Reikiavik

Varomeando por el mundo: Reikiavik


Reykjavik merece la pena, una ciudad con gran vitalidad. Pasar tres o cuatro días en la ciudad donde además de conocerla tendremos la oportunidad de hacer excursiones a lugares mágicos que nos dejarán fascinados. Por poner algún ejemplo, la excursión «círculo dorado» donde veremos el área de Geysir, las espectaculares cascadas de Gullfoss, el lugar donde se juntan las placas tectónicas del norte de América y Europa en el Parque Nacional Þingvellir; y por otro «Blue lagoon» un balneario geotermal ideal para relajarnos
Reykjavik tiene poco más de 120.000 habitantes (supone el 65 % de la población total de Islandia). El país vivió una fuerte crisis en el año 2008, lo que de alguna manera provocó cambios sociales, de ocio, de cultura. Reykjavik dispone de museos, centros comerciales, mercados llenos de actividad. Y todo esto sin olvidar una auténtica gastronomía (sin olvidarnos que Reykjavik es una ciudad cara, muy cara en ocasiones) con productos típicos de la región.
Esta es la propuesta. Si visitas Islandia, ya sea en verano (días eternos) o en invierno (noches eternas), dedícale tres o cuatro días a esta ciudad. 
Varomeando por el mundo:  Reykjavik.
Para tomar un café
En Reykjavik encontrarás un bueno de lugares donde tomar un café, desayunar, un brunch.
Kaffivagninn.
Restaurante de los antiguos de la ciudad. En el puerto de la ciudad. Tanto desyuno continental como local.
Prikid
En pleno centro de la ciudad. Frecuentado por turistas y por islandeses. 
Kumiko
También en el puerto. Establecimiento oriental. Variendad de té y de tartas.
Braud & Co
Un buen obrador donde probaremos un pan exquisito. Recién hecho. Sin olvidarnos de los rollos de canela.
 Para comer o cenar
La cocina islandesa se apoya en salazones, ahumados y en la pesca local: bacalao, abadejo, gallineta, salmón, ballena y la langosta (famosa sopa de langosta). Esto en cuanto a pescados, en cuanto a carnes el cordero es mítico cocinado al horno, con patatas, guisantes.

No dudéis que tanto carne o pescado son de un alto nivel de calidad. Pescados frescos y ovejas criadas y alimentadas de forma completamente natural. Ahora bien, la gastronomía de Reykjavik  ofrece también productos a los que no estamos acostumbrados. Es el caso del hákarl, plato a base de tiburón que se deja fermentar enterrado y después se seca (se sirve acompañado de un licor tipico de la zona, el brennivín) o el hrútspungur, un pastel de los testículos del cordero macerados. Otros platos tradicionales  de la cocina islandesa: el Svið, es la cabeza de cordero cocida; el Harðfiskur, es pescado seco; Súrmatur, un plato de carne; Rófustappa, puré de nabo; Lifrarpylsa, embutido a base de hígado de oveja; Síld, pescado marinado;  Graflax, un pescado ahumado;  Rúgbrauð, un tipo de pan …

Sin olvidar el yogur por excelencia y elixir de Islandia: skyr, la receta la tenéis en Varomeando.

El islandés aprecia la casquería. En el mercado de Kolaportid (muy cerca del Harpa y el museo del Arte) encontraréis gran cantidad de productos ahumados, en salazón y como no… casquería.
Hay muy buenos lugares para comer o cenar en la ciudad. Recordando que no es una ciudad barata.
Baejarins Beztu Pylsur
Especializado en perritos calientes. Un establecimiento antiguo. Puedes pedir los perritos acompañado de los ingredientes más variados. Una de las formas más baratas de comer en la ciudad.
Una buena cerveza
La cerveza y en general las bebidas alcohólicas son muy caras en Reykjavik. 
Por el precio que tiene es aconsejable que nos fijemos en las “horas felices”. Muchos de los establecimientos tienen este servicio y a diferentes horas. En el centro de la ciudad encontramos los bares con pizarras en el exterior donde escriben el horario de su “hora feliz”. Como no todos tienen el mismo horario si nos adaptamos podremos disfrutar de unas pintas de cerveza a precios más moderados. Unos hacen un 2×1 otros rebajan a la mitad el precio de la pinta. 
Si no estamos en hora feliz el precio de la pinta puede alcanzar los 12 euros. 
Laugavegur, Austurstraeti, Vallarstraeti, Parque Ingolfstorg, calles en pleno centro de Reykjavik; son lugares muy vitales y con muchos establecimientos para disfrutar de una cerveza.
Para cenar
La oferta es muy amplia pero para probar productos de la zona podemos pensar en:
Sjávarbarinn, Sægreifinn (muy rústico, el dueño es un pescador ya retirado; muy buenos pescados y la famosa sopa de langosta), Kopar Restaurant. Tres restaurantes que se encuentran en el puerto de la ciudad. Muy fáciles de encontrar.
Disfrutaremos de buen pescado. Y podremos probar carne de ballena (la carne de ballena es roja y tirando a dura, a simplemente puede confundirse con carne de ternera) y otros pescados no muy frecuentes. En nuestro viaje a  Reykjavik es visita obligada.
Sus precios dentro de lo que cabe no son muy caros.
La zona del puerto ofrece un buen número de establecimientos para cenar.
Dill
Restaurante con estrella michelín. Trabajando la cocina islandesa, carnes, pescados. Pero precio muy alto.

Patatas caramelizadas al estilo islandés

Acompañando al cordero. Se sirven con repollo morado.

– Necesitamos
3 patatas medianas
5 cucharadas de azúcar
3 cucharadas de mantequilla
– Preparamos
1. Ponemos el agua en el vaso y hacemos 5 minutos / varoma / velocidad  2
2. Ahora ponemos las patatas en el cestillo, introducimos el cestillo en el vaso y hacemos 20 minutos / varoma / velocidad 2
3. Derretimos el azúcar en una sartrén. Añadimos la mantequilla y removemos hasta que todo se mezcle. Incorporamos las patatas(troceadas) y movemos hasta que estén cubiertas de caramelo.

Sopa de cacao islandesa
– Necesitamos

3 cucharadas de cacao en polvo
3 cucharadas de azúcar
1/2 cucharadita de canela
2 tazas de agua
3 tazas de leche
1 cucharada de maicena
Sal al gusto

– Preparamos

1. Ponemos en el vaso el cacao, el azúcar y la canela; hacemos 10 segundos / velocidad 4. Debe quedar todo bien mezclado.
2. Añadimos el agua y hacemos 10 segundos / velocidad 5. Debe quedar una masa homogénea y suave. Al terminar hacemos 5 minutos / 80º / velocidad cuchara.
3. Añadimos la leche y hacemos 2-3 minutos / 80º / velocidad cuchara.
4. Ahora añadimos la maicena y hacemos 10 segundos / velocidad 5. Ponemos punto de sal y servimos.

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