Capón asado
Para que el capón salga tierno, debe matarse por lo menos cuatro días antes, guardándolo en sitio fresco y nunca en la nevera. No se retiran las vísceras hasta pasadas veinticuatro horas, para que la grasa esté bien solidificada y pueda sacársele el vientre entero sin estropear la grasa. Una vez terminado se funde la grasa y la guardamos para hacer, por ejemplo, la «sopacana».
El capón se prepara pegándole, con la parte plana de un hacha de cocina o con una maza, en la mitad de la junta de las articulaciones de muslos y alas. De esta forma es más fá cil trincharlo, una vez asado; también se cortan las patas y el cuello y se pone en la forma en lo que lo vamos a meter en el horno llegado el momento.
Asamos el capón
Para proceder a su asado, hay que prepararlo, para ello cubriremos la piel con un poco de la grasa que habíamos guardado le echamos por la abertura, por donde se ha sacado el vientre, sal y un vaso de vino blanco o de clarete, al gusto. Podemos echarle brandy pero debemos pensar que de esta forma saldrá un poco amargo.
Se introduce el capón al horno caliente (180º arriba y abajo), cuidando luego de rebajar su temperatura, para que no se queme y el asado se cocine lentamente. En la parte final de cocinado volvemos a aumentar la temperatura para que se dore de manera uniforme.
La fuente debe ser profunda (5 cm) para que no se pierda nada del jugo que vaya soltando.
Se sirve el capón acompañado de una salsera con la grasa bien caliente.
El tiempo aproximado para el asado es de hora y media. Una vez que esté hecho, se apaga el horno y se deja en él a una temperatura suave para que esté atemperado antes de servirlo.
El que un capón salga extraordinario dependerá y mucho el comprarlo. Un buen origen y una buena alimentación.