Diario de viaje a París

Una semana en París

La muerte del Rey Enrique III de Francia el 2 de agosto de 1589 hizo recaer formalmente la corona francesa sobre la cabeza de Enrique de Navarra, pero sólo fue reconocido como rey por los hugonotes. La Liga Católica, el Papa y el rey Felipe II de España se niegan a reconocerle como Rey de Francia porque es protestante. En tales condiciones, la Liga, reforzada por la ayuda de España, le forzo a retirarse al sur del país y a convencerse de que tendría que acceder al trono por la fuerza de las armas. Aunque los protestantes consiguieron significativas victorias, Enrique no pudo tomar París, ante la intervención española al mando de Alejandro Farnesio.
Tras infructuosos esfuerzos, Enrique no logra hacerse con París, y en un acto de realismo político, dio ese paso el 25 de julio de 1593, se convierte al catolicismo momento en el que se le atribuye la celebre frase «París bien vale una misa» (en francés: Paris vaut bien une messe). Con ello, quiere decir que en el fondo siguió siendo calvinista, disfrazado de católico solo par obtener el poder.
Enrique IV de Francia y III de Navarra (1553-1610)

El vuelo hacia París estaba fijado para las 14:30, el vuelo 3774 de Easy Jet desde el Aeropuerto Sa Carneiro de Oporto. La facturación tenía hora límite hasta las 13:50. Pensando en la comodidad del viaje decidimos desplazarnos hasta el Aeropuerto en un autobús previamente alquilado.
En el aeropuerto y una vez facturadas las maletas, decidimos comer algo, la llegada a París no sería hasta las 17:30 y había que engañar un poco al hambre. Un bocadillo y un refresco unos, una cerveza otros fue suficiente.
Tras la llamada a embarcar, un poco de espera haciendo cola, pero tampoco demasiada y ya estábamos en la cabina del Airbus de la compañía inglesa. Magnífico despegue, magnífico vuelo (tiempo para una pequeña cabezadita) y como no podía ser de otra manera magnífico aterrizaje.

Primer día

Llegamos a la terminal 3 del Paris de Gaulle (impresionante aeropuerto), una vez recogido el equipaje y ya fuera de la zona internacional esperamos a que llegasen unos miembros de la expedición que llegaban en otro vuelo procedentes de Madrid, llegaban a la terminal 2, la suerte o la casualidad hizo que prácticamente ambos vuelos llegaran casi al mismo tiempo. En poco más de diez minutos ya estábamos todos juntos. La expedición se había completado, en total 18 personas y como alguien más adelante apuntó, 18 ciudadanos libres e iguales.
Cogimos el roissibus, autobús que sale del aeropuerto hacia el centro de París con una regularidad de unos 15, 20 minutos. Debido al tamaño de la expedición tuvimos algún privilegio a la hora del pago de los tickets. El viaje en autobús fue de unos 40 minutos (a pesar de que el aeropuerto está cerca de París, le lleva ese tiempo por las paradas que hace en todas las terminales) y a medida que nos acercábamos a París llovía de forma intermitente.
La parada del roissibus es en la rue Scribe a pocos metros de la Plaza de la Opera. De la Plaza de la Opera a nuestro hotel había una distancia de unos 400 metros. El paseo hasta el hotel lo hicimos acompañado de un poco de lluvia pero no mucha cosa.
Por fin llegamos, frente a nosotros estaba el Citadines Opera Grands Boulevard, nuestro hotel, en la Rue Favart. Serían sobre las 19:30. Nos dimos un margen de 45 minutos en el hotel, para dejar las cosas y demás necesidades y a las 20:15 nos citamos en el hall del hotel.
Con puntualidad británica allí estábamos todos a la hora fijada y dispuestos para nuestro primer día (mejor, lo que quedaba de día) en París. No llevábamos nada concreto en cuanto a visitas para ese día, sólo suponía “tomar posesión” de la ciudad. No llovía, perfecto, así que decidimos ir a dar un paseo hasta la Plaza de la Opera. El Palais Garnier (diseñada por Charles Garnier en tiempos de Napoleón III) es un teatro impresionante en belleza, ofrecía y sigue ofreciendo operas y conciertos música clásica. Durante unos minutos nos maravillamos con la Plaza y con su Palais.  La calle por la que caminábamos era el Boulevard Haussmann, menudo ambientazo que se veía, los restaurantes a tope, los bares a tope, ir y venir de gente por todos lados. Hablando de restaurantes ya hacía hambre y nos pusimos a buscar un restaurante donde poder comer algo. Comprobando la hora que era, ya no estaba la cosa para muchos paseos, vimos un Pizza Hut y allí nos metimos, los niños por un lado y los mayores por otro. Cena típica italiana y unas cervecitas fue el menú de esa noche.
Era tarde y como al día siguiente teníamos una jornada importante en cuanto a dureza, decidimos que lo mejor era regresar al hotel. Tras tomar un café en el hall del hotel y comentar algo la jornada que estaba a punto de finalizar nos fuimos a las habitaciones. La cita era al día siguiente a las 9 en la puerta del Hotel, ya listos para salir.

Segundo día

A las nueve de la mañana ya estábamos todos listos y dispuestos en la puerta del hotel, para comenzar nuestro primer día en París. El plan del día se presentaba completito, había mucho que ver y mucho que caminar ese día.
Caminamos por la Rue de Richelieu hasta el  Museo el Louvre, donde cogimos la Rue de Rivoli para llegar hasta nuestro primer destino el Hotel de la Ville. El Hotel de la Ville es donde se encuentra la sede del Ayuntamiento de París. La Place de l’Hotel de Ville donde se encuntra el hotel es realmente preciosa y llena de historia por los cuatro costados. En sus primeros tiempos, allá por el 1140, no era más que un pedregal donde había un devenir continuo de mercaderes que transportaban la mercancía que transportaban por el Sena. En esta zona se implantó un puerto a pie del Sena en aras de conseguir descongestionar el centro de la ciudad.

El puerto se llamaba Puerto de Greve, se comercializaba trigo, vino, carbón,… Con el paso del tiempo los comerciantes se ganaron el monopolio para  abastecer  la ciudad. Más tarde Luis IX, les otorga el privilegio de la municipalidad (la primera creada en París), los propios comerciantes elegían a sus representantes frente al rey. Las reuniones entre los mercaderes las hacían junto a la Iglesia de Santa Genoveva. Se crea el Prevot des Marchands, que venía a ser como el encargado/jefe de los comerciantes. En 1357 Etienne Marcel un Prevot des Marchands compra para las reuniones de las autoridades municipales un edificio que se llamaba la Casa de los Pilares, que se encontraba frente a la Plaza de Greve. En esta plaza no solo se encontraban los comerciantes, sino que por ahí pasaron personas deambulando en busca de empleo, ejecuciones, muertos en la hoguera y ya en plena Revolución francesa fue el lugar donde por primera vez se utilizo la guillotina, paradójicamente las ejecuciones en la guillotina no eran del todo del agrado de los parisino, ya que la veían como muy rápida, acostumbrados a otras ejecuciones más lentas.
En el siglo XVI, la Casa de los Pilares se transforma en un palacio con estilo renacentista. En el siglo XIX, supuso el refugio para los que proclamaban la II y III república. En 1871 un incendio en el hotel lo destruyo por completo. El incendio se debió a una revuelta de un grupo de ciudadanos que entraron en el hotel, este hecho coincide con la caída de Napoleón III. El edificio fue reconstruido en 1873 manteniendo su imagen anterior.
Continuamos nuestro caminar y entramos en la Ille de la Cite. Paseamos por la orilla del Sena, viendo el Puente de Napoleón y un poco más allá el Pont Neuf, este puente es el más antiguo de París, del año 1607, tiene 7 arcos.
Acabado el paseo nos dirigimos hasta la Catedral de Notre Dame de París. Lo que se pueda decir es poco, hay que verla para  sentirse maravillado, llegamos a la conclusión que la parte posterior (la oriental) es mucho más impresionante que la propia fachada. Tras hacernos las típicas fotos de rigor, hablamos si sería o no conveniente subir a la cripta, desde luego que debe ser impresionante, pero las colas eran interminables y optamos por dejarlo. Entramos desde luego en la Catedral y si impresionante es por fuera, que vamos a decir por dentro, nos dejo maravillados, pero como indicaba hay que estar ahí para sentirla, cualquier cosa que se pueda decir es poco.
“Y la catedral no era solo su compañera, era el universo; mejor dicho, era la Naturaleza en sí misma. El nunca soñó que había otros setos que las vidrieras en continua floración; otra sombra que la del follaje de piedra siempre en ciernes, lleno de pájaros en los matorrales de los capiteles sajones; otras montañas que las colosales torres de la iglesia; u otros océanos que París rugiendo bajo sus pies” Victor Hugo, Notre Dame de París.
Notre Dame de París data del 1163, cuando comenzó a construirse, estilo gótico. Terminó su edificación en el siglo XIV. Mide 130 metros de largo, 48 metros de ancho y 35 metros de altura. El órgano es del siglo XIII, conserva la reliquia de la Santa Corona, supuesta corona de espinas. Está abierta de 8 a 18:45. Y la entrada a la cripta cuesta unos 3 euros adulto y sobre 1,50 los niños.
Frente a la fachada hay un subterráneo donde se conservan restos de cómo era la Plaza en la antigüedad con restos romanos, entramos un momento a verlos por curiosidad.
Vista Notre Dame nos fuimos en busca de la Santa Chapelle, llegamos al Palacio de Justicia, hay que entrar en el para encontrar la Capilla. Muy poca cola tuvimos que hacer para entrar. Allí fue donde compramos la Paris Museum pass, es una tarjeta que te permite entrar gratis a un muchos museos y monumentos, nosotros la compramos por dos días, aunque se puede comprar por 2, 4 o 6 días. Medidas de seguridad importantes para entrar, recordaba a las medidas de seguridad de los aeropuertos, esto de todas formas pudimos comprobar que es común en muchos de los monumentos.
La Santa Chapelle es impresionante, sus vidrieras son únicas, personalmente jamás había visto cosa igual, todos nos quedamos maravillados y sorprendidos. Es una autentica joya de la arquitectura, gótico en estado puro. Cuando uno entra y se encuentra con la primera capilla ya queda impresionado, sin saber que lo mejor se encuentra en la parte superior.
Se construyo por orden de San Luis IX en 1248 para albergar la corona de espinas y un trozo de la cruz de Cristo. La forman dos capillas, la primera la de la planta baja era destinada para la gente normal, la superior estaba destinada a la monarquía. Como dato curioso podemos indicar que las vidrieras suponen unos 600 metros cuadrados, de las cuales dos terceras partes son de la época original.
La capilla está abierta de 9:30 a 18:00
Tras dejar la Santa Chapelle nos fuimos a la Conciergerie, nos hacía mucha ilusión conocer el lugar donde María Antonieta, Robespierre pasaron sus últimas noches antes de ser ejecutados. La Conciergerie era la antigua prisión de parís.  Para entrar volvimos a echar mano de la Museum Pass, la entrada es algo sobria, una enorme nave  supone el principio de la visita, esta nave era el lugar donde comían los soldados. Después nos fuimos a ver las cocinas que se encuentran en un lateral de la nave. Al fondo se encuentra la entrada a los calabozos, flanqueada por dos guardas, que mas bien parecían medio escribanos.
Lo primero que vimos fue un pasillo por donde supuestamente paseaban los presos. A la izquierda hay una sala donde pudimos ver el listado de todos los condenados a la guillotina durante la revolución. Continuando la visita llegamos a los calabozos de Robespierre y María Antonieta, merece mucho la pena llegado este momento mirar los calabozos y llevar la mente siglos atrás e imaginar lo que allí podía acontecer. El calabozo de María Antonieta está supuestamente como era en aquel tiempo con dos soldados custodiando la celda.
Antes de llegar a esta celda vimos un montón de calabozos llamándonos la atención la diferencia que había entre ellos, unos tenían cama y otros no. Después pudimos saber que los dos tipos de celdas se debían al tipo de prisioneros que las ocupaban, los prisioneros ricos (los pistoliers), eran los que tenían derecho a una celda individual y eran tratados en condiciones preferentes. Los pobres (los pailleux), donde los presos eran hacinados. Los primeros tenían un colchón de paja, los segundos nada. Curioso, pero así es.
El final de la visita lo terminamos en las dependencias de las mujeres. Tenían un patio para su descanso así como fuentes. En ese patio hay un gran portalón por donde supuestamente entraban los carruajes para cargar a los reos y llevarlos a la Plaza de la Concorde donde serían guillotinados.
Esta visita tocaba a su fin y el siguiente destino era entrar en el Barrio Latino. La mañana había sido muy intensa, la hora de comer estaba ya próxima y dicho y hecho nos pusimos a buscar algún sitio donde pudiésemos comer algo. Para la comida de mediodía llevábamos las mochilas llenas de sándwiches.
Entramos al Barrio Latino por el Ponta u Double, cruzamos la Quai de Montebello y nos encontramos un pequeño parque, lugar ideal para comer. Tras localizar un bar donde comprar unas cervezas nos dispusimos a comer. Tras comer y un pequeño descanso nos dispusimos a continuar la jornada. El tiempo por ahora nos acompañaba, aunque el cielo estaba encapotado no llovía y cuando lo hacía era de forma muy aislada.
Continuando con el plan del día a pocos metros se encontraba la librería Shakespeare and Company en el 37 de la rue de la Bûcherie. La librería en sí es autentico caos, libros por todos lados en un aparente desorden, quizá en este desorden es donde se encuentre su gracia. Por supuesto entramos a verla, en el piso de arriba pudimos ver la habitación original, con apuntes de la época incluso un piano. Un auténtico caos, pero agradable de ver.
Continuamos nuestro camino por camino por el Barrio latino, paseamos por preciosas calles estrechas limitadas a ambos lados por restaurantes de toda índole y condición. Una autentica gozada de barrio donde se respira un ambiente diferente dentro de París. Muy cerquita de la librería Shakespeare, entramos en Saint Severine y a poca distancia está Saint Germain des Prés dos iglesias preciosas que deben visitarse.
Llegamos a la Iglesia de Saint Sulpice, a esta iglesia le ha dado mucha popularidad Dan Brown y El Código Da Vinci, pudimos ver la “Línea rosa”, el primer meridiano del mundo. En las vidrieras vimos la vidriera con las letras P y S, que en la película representan al Priorato de Sion en realidad son una referencia a San Pedro Y San Pablo.
De camino también visitamos la Iglesia de St. Etienne du Mont. Conserva una mampara en el presbiterio que no permite ver al sacerdote cuando celebra la eucaristía.
Paseamos por el Boulevard de Saint Germain donde vimos el Café Flore y el Café Les Deux Magots, tienen su encanto porque en ellos celebraban tertulias Picasso, Sastre, Simone de Beavuvoir, Hemingway, sólo los vimos pues nos imaginabamos que los precios serían prohibitivos.
Seguimos caminando y nuestro destino era ahora el Pantheón. De nuevo recurrimos a la Museum Pass. Nada más entrar nos encontramos con el Péndulo de Foucault que ocupa el centro del Pantheón, al fondo esta el pasillo que lleva a la cripta donde descansan los restos de Victor Hugo, Luis Braille, Voltaire, el matrimonio Curie y muchos más. Es que el monumento fue concebido en primer lugar como iglesia pero al terminar fue destinado a mausoleo para los grandes hombres de Francia. De hecho la señora Curie fue la primera mujer enterrada en él.
Era media tarde y tras esta visita se echaba de menos tomar un café en París y así hicimos. Todo el grupo entramos en un café típico y nos tomamos unos cafecitos, ni que decir tiene que los precios son de auténtico escándalo.
Tras este ligero descanso, continuamos nuestra visita y el siguiente destino eran los Jardines de Luxemburgo, de camino hacia ellos dejamos a un lado la Universidad de la Sorbonne. En los Jardines de Luxemburgo vimos el Palacio de Luxemburgo mientras caminábamos por los paseos que tienen los jardines. Este recinto fue construido por orden de María de Medicis, actualmente el Palacio alberga al Senado de Francia. Durante la revolución también hizo de prisión. Preciosos jardines en definitiva y precioso palacio.
Con esta visita nuestra ruta por el barrio latino y alrededores terminaba. Buscamos ahora una parada de autobús que nos llevara a Trocadero, ya que queríamos terminar el día viendo Trocadero, la Torre Eiffel y los Campos de Mars al anochecer. Y así hicimos, cogimos el bus que nos dejó frente a la Torre Eiffel, fuimos caminando hasta Trocadero. No llovía. Las vistas desde este punto son impresionantes, realmente preciosas. Tras hacernos las típicas fotos dejamos permanecimos durante un buen rato contemplando la Torre, los Campos de Mars con la Ecole Militare al fondo. Después bajamos las escaleras y caminamos hasta la Torre a medida que nos íbamos acercando la inmensidad de la Torre se hacía cada vez mayor. La fuimos contemplando poco a poco, hasta que nos pusimos bajo ella, una vista hacia arriba impresionante, incluso mareante.
En este momento una parte del grupo decide subir a la torre mientras que el otro decide ir caminando hacia el hotel.
A la torre se subió hasta el último piso, después de hacer evidentemente las colas oportunas, pero independientemente del frío, mereció la pena subir hasta allí. Los niños lo agradecieron de verdad.
El resto del grupo como comentaba fue caminando hasta el hotel, que por cierto, si no habíamos caminado suficiente durante el día aun quedaba el tramo final.
Caminamos por los Campos de Mars hasta la Ecole Militare, era curioso ver los árboles talados de igual forma todos, como si hubieran sido afeitados. Caminando, caminando dejamos a la izquierda los Invalidos (que por cierto quedaban para otro día), atravesamos el Sena, el puente de Alejandro III podía verse a lo lejos. Cruzamos el jardín de las Tullerías y ya nos dirigimos al hotel.
Ha sido un día duro, de mucho caminar, más o ménos unos 17 kilómetros de pateo. Pero merece la pena, no hay otra forma de conocer París y todo su encanto sino llevas el pie a tierra, mochila a la espalda y a caminar y a disfrutar.
El agotamiento era evidentemente y mientras no llegaba el resto de la expedición tomamos una cerveza en un lugar próximo al hotel.
Sobre las 20:30 ya estábamos todos y nos fuimos a buscar un sitio para cenar. Muy cerca  del hotel encontramos una pizzería del agrado de todos y ahí entramos. Sobre las 22:30 regresamos de nuevo al hotel, tras tomar un café en el hall nos fuimos a las habitaciones.
La cita era el día siguiente a las 9 en la puerta del hotel.

Tercer día

Al igual que el resto de los días las 9 era la hora en la que nos habíamos citado en la puerta del hotel. Una vez desayunados allí estabamos todos para pasar nuestro tercer día en París. Caminamos hacia la Plaza de la Opera, a continuación nos dirigimos a la Plaza Vendome, donde pudimos ver el Hotel Ritz y las tiendas de las firmas comerciales que dejan a uno sin sentido. Giramos por la Rue de Saint Honore y finalmente por la Rue de Rivoli hasta llegar a Museo del Louvre que era nuestra primera visita del día. No había colas importantes, además con nuestra Museum Pass, la entrada fue muy rápida. Ni que decir tiene que la Pirámide del Louvre supuso casi tanto para los niños que la mismísima Monna Lisa. Como alcanzábamos la categoría de grupo, dejamos las cazadoras y las bolsas en una taquilla exclusiva para nosotros, allí nos sentimos como colegiales ya que recibíamos el mismo trato que los grupos escolares.

El museo del Louvre está abierto todos los días a excepción de los martes. Está abierto de 9 a 18:00, los miércoles y los viernes cierra a las 21:45. El precio de la entrada es de 8,5 euros. Los miércoles y viernes podemos coger entradas por 6 euros a partir de las 18.00. El Louvre recibe 8 millones de visitas al año.
En el hall del museo decidimos el ritmo de visita y nos citamos en tres horas frente a la entrada Denon, el Louvre tiene tres entradas: Richelieu, Sully y Denon.
Y comenzamos nuestra visita, ¡qué puede decirse de este museo!, arte y cultura por todos lados, es tan grande la obra que contiene que a veces tienes la sensación de estar saturado. Pero los niños como unos campeones aguantando como cualquier mayor. Su idea era ver La Gioconda y eso les hacía mantenerse en vilo durante el trayecto hasta encontrarla. Desde luego dimos un pequeño rodeo hasta llegar a ella.
Cuando entras al Louvre, vas ya con la idea de que verlo todo es totalmente imposible, intentamos al menos ver lo que a nuestro juicio considerábamos de más interés:

Cultura oriental: Mesopotamia con los toros alados, situados en la planta baja del museo. Nos quedamos con las ganas de ver el Codigo de Hammurabi, estaba retirado en el momento de nuestra visita, Pintura anterior al siglo XV (El Bosco y Durero), Pintura del Renacimiento: Lonardo da Vinci con su  Gioconday la Virgen de las Rocas, Veronese,
Pintura del siglo XVII: Murillo, Rembrandt, Van Dyck, Pintura del siglo XVIII: Goya, Pintura del Siglo XIX: Delacroix con su obra “La Libertad guiando al pueblo”, Escultura: La Victoria de Samotracia, la Venus de Milo, el Escriba sentado

Vimos también los bajos del museo donde se encuentran los restos de los antiguos cimientos del museo. Está en la zona medieval. Es que el Louvre antes de ser el Palacio que es hoy en día, en su tiempo era una fortaleza y sobre esa fortaleza se construyo el Palacio. En tiempos de Carlos V, Francisco I, Enrique II y Enrique IV era residencia real junto a sus colecciones pictóricas,  de hecho La Gioconda fue adquirida por Francisco I. Pero cuando se construyo el Palacio de Versalles, la familia real cambió una residencia por otra.
A la hora convenida nos juntamos todos frente a la entrada Denon. Ya nos íbamos, cuando alguien de la expedición se percató que faltaba algo por ver: la pirámide invertida. De nuevo el Código da Vinci hacía acto de presencia. Algunos pensamos que como tal esa pirámide no existe y solo es fruto de la imaginación de Dan Brown, pero cuando un niño dice algo sabe perfectamente lo que dice y efectivamente ahí estaba. Misión cumplida. Habían pasado unas cuantas horas de pie que cansa más que caminar continuo y la hora de comer se acercaba, había que comer. Salimos del Museo y frente a nosotros se encontraban los Jardines de las Tullerias, que mejor lugar para comer, dicho y hecho, mientras nos imaginábamos a los monarcas cazando por toda aquella esplanada dábamos cuentas de unos extraordinarios sandwiches recién preparados. Justo a la salida del museo hay un puesto ambulante de bebidas, cafés y pasteles, allí compramos algo de beber y un café para completar el ágape.
Tras comer y dejar todo como los chorros del oro nos fuimos camino del Bateaux para dar un paseo por el Sena. Alcanzada la rivera del Sena, nos fuimos a coger los billetes, aquí tuvimos un poco de mala suerte ya que por dos personas no nos consideraron grupo y los descuentos por ello eran importantes. El precio para un adulto es de unos 10 euros y para los menores de 12 años 5 euros. No se puede visitar París y no pasear en barco por el Sena, se ve la ciudad de otra forma, las dos islas del Sena,.. la experiencia desde luego mereció la pena. Como la siguiente vista era el Museo D’Orsay decidimos llegar hasta él en el barco. Nos bajamos justo en frente del Museo.
De nuevo hicimos acopio de la Museum Pass y alla entramos todos. No creais que es mucha paliza ver dos museos de esta categoría el mismo día y con pocas horas de diferencia, son dos museos que no tienen nada que ver, ambos con personalidades diferentes y evidentemente de obligada visita. Eso de conformarse con visitar uno y no el otro, pues casi que no, nada tienen que ver. El Museo D’Orsay es del año 1900, pero en aquel tiempo no era tal museo sino una estación de tren, cubría la línea París – Orleans. En la decada de los 70 iba a ser destruido pero las protestas vecinales lo impidieron y fue convertido en Museo. Contiene la pintura de los impresionistas, además de escultura: Monet, Manet, Renoir, Cezane, Van Gogh,… auténticas maravillas llenas de luz para los sentidos. Un museo que merece muy mucho la pena, el tiempo se nos echaba encima porque ya casi era la hora del cierre, pero aun así pudimos verlo perfectamente. El museo abre todos los días a ecepción de: lunes y jueves desde las 9:30 hasta las 18:00, excepto el jueves que cierra las 21:45.
Tras la visita y como el cuerpo estaba cansado decidimos de nuevo dar otro paseo por el Sena, el billete que habíamos cogido con anterioridad lo volvimos a utilizar. El billete que coges para el paseo en barco es válido para todo el día, y pudes subir y baar las veces que quieras. Esta vez el paseo fue más largo, el barco nos llevo hasta la Isla de San Luis, y de ahi a la parada frente al Louvre. Hicimos una buena travesía en barco. Serían sobre las 19:30, la vuelta hacia el hotel la hicimos paseando por toda la Rue de Rivoli de nuevo subimos hacia la Plaza de Vendome de ahí nos fuimos a la Avenida de la Opera, antes de llegar al hotel paramos a tomar la necesaria cerveza.
Esa noche cenamos en algo parecido a una brasserie, nos pusimos buenos de carne que ya se echaba de menos. De vuelta al hotel y mientras tomabamos unos cafés planeamos la jornada del día siguiente. Al día siguiente había una división en cuanto a las visitas: unos iban a Disneyland y otros se quedaban en París.

Cuarto día

Este día, una parte del grupo lo pasaría en Disney mientras que otra lo haría en París. Vamos en primer lugar con la etapa en París y después os hablaremos de Disney.
Ese día salimos del hotel sobre las 9 de la mañana y lo hicimos en dirección a la Plaza de la República. Caminamos por el Boulevard Saint Martin. Un poco antes de llegar nos encontramos la Porte de Saint Denis, es un arco de triunfo que conmemora la conquista de Besançon por el rey Luis XIV. Finalmente llegamos a la Plaza de la República, una plaza por cierto precioso. Bajamos por la rue du Temple en dirección a Le Marais. El Marais es una de las zonas de París que por nada del mundo debemos dejar de visitar. Como esta visita estaba programada para otro día no la hicimos en profundidad. Ibamos en busca del museo Picasso, con tan mala suerte que ese día estaba cerrado. Así que continuamos.

Muy cerca encontramos el Museo Carnavalet, un museo que no viene como recomendación de primera elección, pero os puedo asegurar que una vez visitado uno conoce la historia de parís. El museo parece un palacio en medio de Le Marais. Toda la historia de París allí la podemos encontrar. Visitamos después la Iglesia de Saint Gervais-Saint Protais, una iglesia preciosa, donde supuestamente los ciudadanos de alto nivel del Marais iban a misa a alardear. La iglesia por dentro tiene muchas diferencias con otras en cuanto a pomposidad. Recordad que Le Marais era la zona mas alta de París. Estuvimos paseando un buen rato por este barrio, un barrio realmente encantador que descubre un París diferente al de otras zonas. En nuestro camino, paramos frente a una frutería y nos compramos una buena bolsa de fresas, como aperitivo genial.
Cruzamos y nos dirigimos hacia la isla de San Luis, que maravilla. Que envidia vivir en aquellas casas, rodeadas por el Sena. Recorrimos la isla, pudimos ver una de las casas más antiguas de París (aun se conservaba el cimiento del siglo VIII) y de aquí nos fuimos a la isla de la Cite, atravesamos de nuevo Notre Dame y ya para meternos en el Barrio Latino, porque la hora de comer se acercaba. Antes compramos un recuerdo en una de esas librerías de París donde el desorden maxímo brilla por todos lados. Callejeamos por el Barrio Latino y finalmente comimos en un restaurante muy cerca de Saint Sulpice. Un poquito de carne, un poquito de vino y más que listos. Continuamos el camino por el Boulevard de Saint Germain en dirección a la esplanada de los Invalidos. Los Invalidos con la grandeza que tiene sabíamos que el día que teníamos planificada su visita no nos daría tiempo a verlo todo. Por ello nos decidimos a ir. Después de una buena caminata llegamos a la esplanada y tras sacar las Museum Pass entramos. Nos fuimos a visitar las salas de la primera y segunda guerra mundial, amen de ver antes la tumba de Napoleón. Finalizamos la visita viendo un documental sobre De Gaulle en una especie de sala de cine, fantástico documental, con muchas de las frases memorables dichas por el presidente como una que decía algo así como: “París ultrajada, París rota, París martirizada pero París liberada».
Tras esta visita todavía aun cogimos el metro y nos fuimos a la Defense, ya era un poco tarde y la verdad que poco estuvimos allí, el tiempo justo para poder comprobar como se trata de una zona moderna repleta de oficinas. Que es una zone repleta de gente trabajando también lo pudimos comprobar al ver como el metro iba hasta arriba de gente. Finalizada esta corta visita nos fuimos hacia el hotel, llegabamos casi a la par los que fueron a Disney y nosotros.
Sobre Disney, desde París se llega cogiendo la línea 4 de RER, la línea roja en dirección Marne La Valle, cada 15 – 20 minutos hay un tren que sale hacia allí. Y el trayecto dura unos 40 minutos.
La entrada cuesta casi 50 euros y con ella tienes acceso a los dos parques. Es conveniente planificar la visita adecuadamente ya que posiblemente los dos parques sea mucha visita para un día. Todo depende de las colas que tengáis que soportar. Con todo es aconsejable que planifiquéis la visita y mejor quedarse en uno de los parques con sus atracciones y dejar el otro parque para otro día u otra ocasión.
Ya todos juntos nos fuimos a tomar una cerveza y finalmente a cenar. Una maravilla de día.

Quinto día

Este día madrugamos un poco más y a las 8:30 ya estabamos desayunados y en la puerta para salir. El motivo de este adelanto es que por la mañana iríamos a Versalles y por la tarde volveríamos a París a completar el día. Cogimos el RER para desplazarnos a Versalles y en unos 20 minutos ya estábamos allí. Una vez que el RER te deja en Versalles hay que caminar sobre unos cinco minutos para llegar al Palacio.
Es impresionante la grandeza y el poderío que se vive y se siente. Los jardines por donde paseaban los monarcas son imponentes, los lagos otro tanto y los bosques a uno y otro lado donde iban de cacería idem de idem. Fue una pena que las fuentes no funcionaban, pero aun así no desmerecía para nada, ahora con las fuentes funcionando eso tiene que ser la locura. Tras caminar por los jardines nos fuimos ya en dirección al Palacio. Tambien en esta ocasión la Museum pass fue necesaria

Nos temíamos las colas – por eso madrugamos un poco más – y las encontramos, pero bueno era algo ya predecible y había que pasarlo. Entramos en el Palacio y cualquier cosa que pueda escribir aquí es poco. Hay que verlo para comprobar como vivía aquella gente. Salones, habitaciones, pasillos todo era grande. En cada habitación había su chimenea, pero no pequeñas, sino chimeneas donde había que meter verdaderos troncos para encender aquello, nos preguntabamos de donde saldrían tantos troncos para calentar todo aquello.
El Palacio de Versalles se construyo en el siglo XVIII para albergar a Luis XIV y los 6000 miembros de la corte. Durante la Revolución Francesa fueron a buscar a Luis XVI y María Antonieta para llevarlos a la guillotina. Mención merece el salon de los Espejos con sus 75 metros de largo era un verdadero salón de baile tiene 17 espejos a cada lado, es impresionante. Finalizada esta visita cogimos de nuevo el RER y volvimos a París, ibamos a la Plaza de la Bastilla. El RER nos dejo muy cerca de la Gare d’Austerlitz nos acercamos a ella y aprovechamos para comer. En la estación hay un museo de las víctimas del Holocausto. Desde esa estación partían los trenes hacia los campos de exterminio en Alemania. Un pequeño museo donde se pueden ver fotografías de la época y comprobar como la estación a penas ha cambiado.
Tras comer nos fuimos a la Plaza de la Bastilla, con su obelisco central que se llama Colonne de Juillet en homenaje a todos los fallecidos durante la revolución de 1830. Supuestamente en esa zona se encontraba la Bastilla, pero de ella no queda nada. Continuamos el paseo y nos fuimos hacia el barrio de Le Marais y en concreto en dirección de la Plaza de los Vosgues, es una plaza encantadora, de las más bonitas de París. Una plaza rodeada de soportales con árboles en medio. En ella vivió el cardenal Richeliu. En una de las esquinas de la Plaza está la casa donde vivio Victor Hugo, entramos a verla. Las vistas de la plaza desde su casa son preciosas y dignas de ver. En la casa museo pudimos ver muchos de los originales de su obra El Jorobado de Notre Dame.
Tras esta visita nos fuimos hacia Les Halles, allí vimos el museo Pompidu, la Iglesia de Saint Eustache que es una auténtica joya, comentábamos que nada tenía que envidiar a Notre Dame, fue construida en el siglo XVI y XVII. En este video véis el coro de la Iglesia de santa Ana en Les Halles
A continuación fuimos a ver el Palacio Real, preciosos los jardines que tiene en su interior. Podados de igual manera que lo estaban los árboles en los Campos de Mars. Un verdadero oasis en medio de París.
El paseo continuaba y pudimos ver el Palacio de la Bolsa de París, el Passage des Panoramas, la Galería Viviane para finalizar el día y la excursión visitando el Folies Bergiere. De aquí nos fuimos a tomar una más que merecida cerveza. Día completisimo y magnificamente bien aprovechado, donde vimos y disfrutamos de mucho París.
Nos fuimos a cenar todos lo merecíamos. Gran día.

Sexto día

De nuevo a las 9 de la mañana estábamos en la puerta del hotel para comenzar el día con los desayunos ya en el cuerpo.
Recorrimos el trayecto hasta la plaza de la Opera y de ahí nos fuimos a la Madeleine, la rodeamos por completo antes de llegar a la fachada principal y entrar. En el camino en la misma plaza de la Madeleine encontramos unas tiendas con comida especialmente sibarita Fauchon y Lavine con unos chocolates, unas frutas y unas excelencias que a esas horas ponían el estómago patas arriba. Contemplamos la Madeleine desde todos los ángulos, creyendo uno que por momentos estaba viendo el mismísimo Partenón. Entramos y disfrutamos de ella.
Terminada la visita nos dirigimos hacia la Plaza de la Concorde, caminando hacia el obelisco central, una maravilla de plaza.

Atravesamos el puente de Alejandro III y nos encontramos en frente con la Asamblea Nacional. Vimos el edificio y de ahí nos fuimos a la explanada de los Inválidos, para ver los museos.
Tras recorrer la explanada y llegar a la puerta de entrada, apareció un pequeño contratiempo. Ese día se celebraba en los Inválidos el homenaje a los combatientes de Francia en la primera guerra mundial, había una misa donde también se encontraba el Presidente de la República. Muchas medidas de seguridad y tras preguntar nos dijeron que no abriría en todo el día. Ante ello, hubo que improvisar el orden del día y nos fuimos a ver el Museo Rodin que esta muy cerca de los Invalidos. Al llegar, segundo contratiempo del día, estaba cerrado. Solo pudimos ver algunas de sus obras, las que se encuentran en el jardín por donde se entra al museo.
Tras estas dos visitas fallidas, lo mejor era tomar un café, y así lo hicimos. Caminamos de nuevo hacia los Inválidos y en ese momento finalizaba el acto, comenzaron a desfilar frente a nosotros soldados vestidos como los ejércitos de la época así como actuales. Finalmente el Presidente de la República salía con importantes medidas de seguridad.
A pesar de lo fallida de la visita a Los Invalidos, nos quedo buen sabor de boca con la parada militar que vimos, los Invalidos los veríamos otro día pero este desfile no habría oportunidad.
Nos fuimos para coantinuar el orden del día, poniéndole fecha del penúltimo día para regresar a los Invalidos. ( El penúltimo día siempre lo solemos dejar para que cada uno vaya a donde quiera o para ver cosas que nos hayan quedado).
Caminamos por la explanada de los Invalidos en dirección al Gran Palace  y al Petit Palace. Muy cerca había una exposición sobre María Antonieta, entramos solo por curiosidad para ver de que se trataba, pero al comprobar que la cosa no prometía mucho nos quedamos en el preámbulo.
El camino continuó hacia los Campos Eliseos, donde en un pequeño parque que había en un lateral nos pusimos a comer. En un puesto ambulante compramos unas cervezas y de maravilla.
Terminada la comida caminamos hacia el Palacio del Eliseo que estaba muy cerquita, aunque no pudimos evidentemente verlo, al menos desde la verja si se apreciaba lo que allí había.
Continuamos nuestro camino hacia la Chapelle Expiatore  y tercer y último contratiempo del día, también cerrada. Solo pudimos verla por fuera. Nos quedamos con las ganas y la remitimos al penúltimo día.
La primera parte del día había terminado y comenzaba la tarde.
El destino era el Mercado de las Pulgas de Saint Ouen, el inicio del barrio de Montmatre. Un poco lejos quedaba y caminar va a ser que no, así que cogimos el metro y hacia allá fuimos. La parada era en la Porte de Clignancourt, la última parada de la línea. Esta zona queda en el límite de París, a lado de la autopista radial que circunvala París. Nos sorprendió ya un poco que en la salida de la boca de metro hubiese policía con algún perro, pero no le dimos la mayor importancia. Y la verdad que sí, que la zona no es igual que Vendome pero tampoco para nada peligroso. Es zona de bohemios, zona de mercadillos y es el comienzo de Montmatre, dimos un paseo por la zona viendo multitud de puestos donde se vendía de todo. Un español que conocimos allí nos indicó que podíamos estar tranquilos, que había mucha policía aunque no la viesemos y que aquí no pasaba nada.
Y después de dar un paseillo nos fuimos ya en dirección al Sacre Couer, la caminata de las importantes y ya cuando al final llegamos todavía aun tuvimos que subir una larga escalinata hasta llegar a la iglesia. Paseamos por la cima de la colina, entramos en la iglesia, las vistas desde París son fantásticas. Después nos fuimos en busca de la Plaza du Tetre, lugar por excelencia de la bohemia de París. Desde luego la zona ya no es lo que era, hay turistas por todos lados, eso sí la plaza esta llena de pintores que se ganan la vida pintando retratos o paisajes para los turistas. La plaza tiene su encanto desde luego porque uno continua imaginándose que por allí pasearon Renoir, Monet, Van Gogh, Modigliani, Pissarro o Toulouse Lautrec.
Continuamos por la rue de Lepic, donde vimos el Moulin de la Galette uno de los 30 molinos que quedan de aquella época de París. Este molino fue llevado al lienzo por Renoir en su famosa obra «Le Bal au Moulin de la Galette» que se encuentra en el Museo Orsay. En esta zona en aquellos tiempos de principios de siglo era una zona de baile con terrazas. Un poco más abajo está la casa donde Van Gogh vivió en la época que estuvo en París con su hermano Teo. Es una zona tranquila llena de un misticismo especial.
Nuestro camino continuó hacia Pigalle donde vimos el Moulin Rouge, además de caminar por toda la calle para ver otro aspecto más de París. Dejado Pigalle continuamos hacia la Plaza de Clichy, una plaza muy bonita con muchisima animación llena de restaurantes por todos lados. Una zona con muchisima animación. De ahí nos fuimos paseando por el Boulevard des Batignolles hasta muy cerca del Park du Monceau de ahí nos fuimos ya al Boulevard Haussmann y hacia el hotel. El día había sido muy intenso y tocaba cenar.
Día intenso y magnífico.

Séptimo día

Este día, víspera de marcharnos de París aprovechamos para ver todo aquello que por unas o por otras no hemos podido hacerlo a lo largo de la semana y también para visitar aquellas cosas que algún miembro de la epedición tuviera especial interés. Por ello como el día era más relajante ese día salimos del hotel sobre las 9:30. Muy buena hora para tomarnos con mucha relajación el día. Bien desayunados comenzamos.
El primer destino era nada más y nada ménos que Roland Garros, nos cogimos el metro y allí nos fuimos. Los niños disfrutaron de lo lindo viendo la pista central de Roland Garros, entramos al museo, vimos tenis por todos lados y finalmente fuimos a la tienda donde alguno que otro compro algún recuerdo. Pasamos media mañana inolvidable sintiendo tenis por todos lados, con nuestros tenistas españoles en los mejores lugares y portadas del museo.

Finalizada esta visita nos fuimos de nuevo a los Invalidos, recordad que la primera vez que estuvimos no pudimos entrar por el tema del homenaje a los soldados muertos en la primera guerra mundial. Esta vez sí, esta vez hicimos de nuevo uso de la Museum Pass y entramos. Como el día que tocó Disney algunos ya habían visto parte de los Invalidos, nos dividimos para que cada uno fuera a la sala que le apeteciera. Terminamos de ver Los Invalidos, creo que no quedo sala sin que la vieramos, incluido algún que otro documental. A la hora pactada nos reunimos en los jardines de los Invalidos y a comer que ya era hora. Que sensación comer en semejante edificio, construido por orden de Luis XIV para los inválidos que llegaban de la guerra. La cúpula (el domo) es impresionante forma parte de la capilla de San Luis que Luis XIV ordenó construir para su uso particular y como mausoleo real, aunque no albergua los restos de ningún monarca.
Pues terminada la comida continuamos y el siguiente destino era el Arco de Triunfo, cogimos el metro para llegar, ya habíamos caminado demasiado durante la semana. Al llegar a la plaza sorprende un poco todas las calles que llegan a esta plaza, da miedo cruzar, menos mal que hay un subterráneo por donde se accede a él directamente. Y llegamos al Arco de Triunfo que Napoleón mando construir para conmemorar las victorias en el año 1805, mármol por todos lados y en las columnas hay anotaciones relativas a todas las victorias. Nos quedamos un buen rato observándolo y viendo toda la avenida de los Campos Eliseos. Al final decidimos no subir a la cima del Arco y continuar nuestra ruta. Caminamos por la Avenue de Friedland, por el Boulevard Haussmann y nos dirigimos a la Capilla Expiatoria, al llegar … cerrado; pues nada que nos quedamos sin verla (lo único que no vimos de los que habíamos planeado) y continuamos nuestro paseo en dirección a las Galerías Lafayette, los niños tenían interés de ver la cúpula y allí fuimos, la verdad es que es un centro comercial como muchos de aquí en España, pero este estaba en París y había que verlo, eso si comprar lo justo.
Después de esta visita nos fuimos a tomar un par de cañas con tranquilidad y disfrutando las horas que nos quedaban en París.
Nos fuimos a cenar en un restaurante próximo y para el hotel.
La estancia en París tocaba a su fin

Octavo día

Con las maletas ya hechas del día anterior, la cita de nuevo era a  las 9 de la mañana, pero esta vez para decir Au revoir París. Los días habían pasado y tocaba regresar.
A las nueve y media salíamos del hotel, recorríamos el trayecto hasta la Plaza de la Opera donde cogeríamos el royssi bus que nos llevaría al Charles de Gaulle.
El trayecto desde la plaza de la Opera hasta la terminal del aeropuerto nos hizo recordar muchos de los lugares que habíamos visitado, con cierta melancolía y buenos recuerdos nos íbamos despidiendo de ellos.
Facturamos y listos para embarcar. Un poquito de retraso pero bien, sin quejas. Tomamos el avión de EasyJet y en dos horas y media estábamos en Oporto.

Allí nos estaba esperando un autobús que previamente habíamos contratado y a casa.
Al llegar nos habíamos citado todos de nuevo para cenar y repasar lo que había sido este extraordinario viaje. Nuestros viajes siempre terminan con la cena del día de llegada, el viaje no acaba hasta este momento.
Después de un merecido descanso, nos fuimos a cenar a un restaurante donde además de ponernos buenos a comer, recordamos las anécdotas pasadas durante el viaje.
Eran casi las dos de la mañana, el día tocaba a su fin y con ello nuestro viaje a París.
Pero como decían los franceses en otro tiempo:

«el Rey ha muerto,…. viva el Rey».

Todos dispuestos a elegir el próximo destino.
Este es el viaje que un grupo de 18 ciudadanos libres e iguales hicieron a París.

Au revoir … Toujours nous restera Paris

Rincones de París.
Museo Carnavalet

El Museo Carnavalet no se encuentra entre los museos de primera elección cuando uno visita París.
Nosotros tuvimos la ocasión de visitarlo y tras la visita llegamos a la conclusión de que es absolutamente recomendable.
El Museo Carnavalet nos ofrece la historia de París desde la época romana hasta nustros días, recorriendo siglo a siglo la ciudad de París.
Situado en un marco idílico en el corazón de Le Marais, el museo se aloja en dos mansiones extraordinarias.


La Conciergerie

La Conciergerie era la antigua prision de París. La fotografía  muestra al escribáno que se encontraba en la puerta de la entrada a las celdas.

Los  guillotinados durante la Revolución

Durante la época del terror, miles de ciudadanos fueron condenados a morir en la guillotina. Todos encarcelados en la Concergerie. En la fotografía, está la relación de condenados durante la Revolución.


Celdas da Conciergerie

En la Conciergerie había dos tipos de celdas. Aquellas destinadas para prisioneros ricos y otras para el resto. Los primeros tenían derecho la cama en la celda o la un montón de paja en el suelo para dormir (según lo  rico que fuera), eran los llamados “pistoliers”. Los pobres dormían sobre el suelo, los llamados “pailleux”

Celda  de María Antonieta

A las cinco de la mañana de 16 de octubre de 1793, los tambores de la ciudad comienzan a sonar, María Antonieta escribe su última carta. A las siete la criada del guardia entra en la celda. Se encuentra a María Antonieta acostada y vestida de riguroso luto. Le pregunta  que desea para desayunar, consternada por la situación del que en otra época fue su señora. Ante la insistencia, María Antonieta toma un poco de sopa.

La criada le aconseja que no vaya vestida de luto al cadalso (muerte de Luís XVI), ya que podría alterar al pueblo. María Antonieta no opone resistencia y se ponen un vestido blanco.


Guardias vigilando la celda de María Antonieta

María Antonieta tiene que cambiar el vestido de luto por el vestido blanco. Los gendarmes no acceden a la petición de la criada de retirarse un rato mientras se cambia. (*) La reina se anida en una esquina mientras se cambia  y la misma criada la tapa con su cuerpo.

*) De los guardias tenían la orden de vigilar continuamente a María Antonieta

A las 8 de la mañana llega el sacerdote, sacerdote que había dado juramento a la República. La Reina no accede a confesarse con él diciendo que solo reconoce a los sacerdotes que no juren a la República.

A las 11 de la mañana entra el verdugo, le corta el pelo y le ata las manos. María Antonieta no opone resistencia. María Antonieta es consciente de que su vida es imposible salvarla, pero la honra sí.

En este patio entraban las carretas a recoger a los condenados por una puerta a la izquierda de la fotografía. A las 11 se abre la puerta del patio y entra la carreta (*) que llevará a María Antonieta a la guillotina. Al poco rato llega acompañada del verdugo

Patio de la  Conciergerie

(*) María Antonieta fue llevada a la guillotina en una carreta común para todos los condenados. Su marido Luís XVI había sido conducido en su propio coche acristalado. La República consideró que una Reina no debía tener para morir más privilegios que otro condenado y fue trasladada en una carreta.

Camino da Praza de la revolución

Posible recorrido efectuado por María Antonieta desde la Conciergerie hasta la Plaza de la Revolución, que es la actual Place Concorde. Hay datos relativos la que pasó por la Rue de Saint Honore, por la Iglesia de Saint Roch y frente al Café  Regence.

El cadalso estaba colocado al este de la Plaza, próximo a las Tullerías (la residencia de la Reina en París), para que fuera más humillante a muerte.

Diez mil personas se encontraban esperando en la plaza. La gente hace apuestas  sobre las cabezas que caerán en la cesta ese día y siguientes. La muchedumbre se agita, se escuchan enormes gritos procedentes de SaintHonore(*) Llega María Antonieta

* El recorrido lo hicieron más lento del normal para que el pueblo pudiera gritar y humillar durante más tiempo a la Reina.

La carreta se detiene frente al patíbuloLa muchedumbre hace silencio A Reina sube las escaleras.

Hay datos que indican que cuando María Antonieta subía las escaleras pisó el pie del verdugo y acto seguido le pide perdón por eso, impasible ante lo que iba a suceder.

A las  12:15 el verdugo muestra a los presentes la cabeza de María Antonieta. Todos la una gritan: ¡ VIVA La REPUBLICA!

María Antonieta fue enterrada en el cementerio de la Madeleinecon la cabeza colocada entre sus piernas. En 1815 su cuerpo fue exhumado y trasladado a la iglesia de SaintDenis.

Primer día: Llegamos a París 
Segundo día: El Barrio Latino, la Isla de la Cite y Trocadero 
Tercer día: Museos y paseo por el Sena 
Cuarto día: Disneyland, República, Le Marais, Isla de San Luis, Los Invalidos, La Defense 
Quinto día: Palacio de Versalles, Le Marais, Les Halles 
Sexto día: Opera, Madeleine, Plaza de la Concordia, Los Inválidos, Mercado de las Pulgas, Montmatre, Pigalle 
Séptimo día: Los Inválidos, Arco de Triunfo, Roland Garros, paseo por los bulevares 
Octavo día: Regresamos a España

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